martes, 31 de enero de 2012

La Plamperry



Qué pasa primo...?  Sí, dime, sí... Ah... No, no, yo no te he llamado... Ah... No, no... Debe ser que se ha disparado esto... Es que me acabo de pillar una Plamperry y todavía no me entiende... Sí, mu guapa, exagerada... Estoy aquí, en el rollo ese del paro, pero luego te doy un toque y nos echamos una birra.

Diálogo telefónico, de esos a los que te condenan tantos groseros de la hiperconectividad, oído en la oficina del INEM mientras el resto de los damnificados atendíamos con la cabeza gacha a nuestras propios smartphones.

Porque el parado ya no es lo que era. O al menos no lo aparenta. Ahora estamos equipados tecnológicamente hasta las cejas. Lo único que nos falta es trabajo y, si no lo encontramos, no será porque no tengamos los medios necesarios para estar comunicados y escudriñar el mercado laboral. Es el trabajo el que no quiere encontrarnos.

O tarda. Y tanto que a veces duda una de su propia existencia. De la del trabajo.

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